El papa Francisco ha lanzado una advertencia contundente sobre la crisis migratoria, utilizando un tono firme y claro. Ha calificado como “un pecado grave” el hecho de trabajar “para repeler por todos los medios” a las personas migrantes. Para él, las soluciones a esta problemática global no se encuentran en “leyes más restrictivas”, en la “militarización de las fronteras” o en los “rechazos”. Así lo expresó durante su habitual catequesis semanal en la plaza de San Pedro del Vaticano, donde abordó este tema con una preocupación evidente.
Francisco también subrayó la necesidad de que la respuesta a la migración pase por “ampliar rutas de acceso seguras”. Considera que este es el primer paso para abordar de manera humana y justa la situación de quienes se ven obligados a dejar sus países. Insistió en la importancia de “fomentar una gobernanza mundial de la migración basada en la justicia, la fraternidad y la solidaridad”. Para el papa, estas son las bases que deberían guiar a la comunidad internacional en su trato con los migrantes.
El pontífice también consideró esencial “aunar esfuerzos para combatir el tráfico de seres humanos”, una de las mayores lacras relacionadas con la migración. El papa Francisco afirmó que estas medidas reflejan verdaderamente los valores cristianos y humanos que la Iglesia promueve.
Y es que, durante su mensaje, el papa recordó que el “Señor está con nuestros migrantes en el ‘mare nostrum”, subrayando que “el Señor está con ellos, no con los que les rechazan”. Destacó que muchas de estas personas huyen “de la guerra, de la violencia, de la persecución y de tantas calamidades”. Con este llamado, el papa instó a la comunidad internacional a responder con compasión, justicia y humanidad ante la crisis migratoria, promoviendo un cambio significativo en la forma en que se enfrenta este desafío global.